La sobreabundancia de juguetes y juegos en la vida de los niños es ya la norma en muchas familias francesas. Ya se trate de muñecas, figuritas, peluches para bebés, juegos educativos, juegos creativos, juegos de imitación, juegos de motricidad u otros juguetes de aprendizaje precoz. Para ellos, es sinónimo de mayor felicidad y bienestar. En contra de esta idea, cada vez más padres y educadores piensan que dar demasiados juguetes a los niños pequeños es perjudicial. Pero, ¿es esto realmente cierto? ¿Por qué se les dan tantos juguetes? ¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de limitar el número de juguetes? Tanto para los niños como para sus padres. Hablamos de ello.
En el espacio de una o dos generaciones, una multitud de juguetes y juegos baratos han invadido las estanterías de las tiendas y los comercios en línea. Combinada con una publicidad omnipresente, esta abundancia ha creado fuertes necesidades y expectativas entre los niños y sus padres.
Hoy en día hay muchas ocasiones para regalar juguetes y regalos a bebés y niños pequeños. Navidad, Semana Santa, cumpleaños. Y también otras ocasiones, como las buenas notas en el colegio o los buenos resultados deportivos. Padres, tíos, abuelos y amigos juegan su papel.
También se considera que regalar muchos juguetes es una forma de estimular a los niños o de evitar que se aburran. También existe el miedo a no tener suficientes juguetes para mantenerlos entretenidos. A esto se añade el fenómeno del niño rey.
En una sociedad en la que el éxito social y la felicidad se asocian a menudo a la posesión de bienes materiales, es perfectamente normal que algunos padres regalen a sus hijos multitud de juguetes. Este es otro factor.
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Cuando los niños juegan con menos juegos, desarrollan una mayor capacidad de concentración y atención. Los bebés y los niños pequeños permanecerán más tiempo concentrados en su juego. Aprenden a sumergirse por completo en una sola actividad. La utiliza más a menudo. Y pasará menos rápidamente de un juguete a otro, sin explorarlo realmente. Esto le beneficiará en todas sus demás actividades cotidianas.
En línea con el punto anterior, al tener un número más limitado de juguetes, los padres reducen el riesgo de que sus hijos estén sobreestimulados. La sobreestimulación puede provocar estrés y dificultad para tomar decisiones o actuar.
Con menos juguetes, los niños pueden desarrollar más su creatividad e imaginación. Tu hijo pequeño se divertirá de diferentes maneras, imaginando e inventando historias en relación con cada juguete. Esto les ayudará más adelante con otras actividades artísticas y manuales, como la música, el dibujo, la pintura y la lectura.
Cuando el niño tiene menos juguetes, desarrolla un vínculo emocional más fuerte con cada uno de ellos. Aprenden a apreciarlos más plenamente. Entienden mejor el valor de los objetos (el lado sentimental, no el económico). Cuando tiene demasiados, puede desarrollar un sentimiento de insatisfacción constante, buscando siempre el siguiente juguete nuevo.
También es más probable que cuiden sus juguetes y los guarden después de cada uso. A los niños pequeños les resultará más fácil ordenar unos pocos juguetes que muchos. O se sentirán abrumados e incapaces de hacerlo. En definitiva, ayuda a fomentar su sentido de la responsabilidad desde una edad temprana.
Con menos juguetes disponibles, los niños pequeños estarán más dispuestos a compartirlos. Comprenden rápidamente que si no comparten sus juguetes, tendrán menos o ningún acceso a los de sus hermanos o amiguitos.
Al ofrecer menos juguetes, los padres animan a sus hijos pequeños a apreciar más el tiempo que pasan juntos. Las salidas a la naturaleza, los juegos en familia o las actividades artísticas se convierten en valiosas alternativas. También significa más tiempo al aire libre, observando la naturaleza, las plantas y los animales.
Esto significa inevitablemente menos desorden en la casa y en la zona de juegos. Y, en consecuencia, menos trabajo, desorden, orden y limpieza para ellos. También significa menos estrés para ellos en términos de organizar y ordenar todo el tiempo.
En segundo lugar, hay menos necesidad de comprar juguetes nuevos para cada nueva ocasión. Menos tiempo dedicado a buscarlos, comprarlos por Internet o ir a la tienda. Y eso supone un importante ahorro económico. Al ofrecer sólo juguetes de calidad que son más esenciales para el desarrollo de los niños, los adultos también evitan compras impulsivas innecesarias.
Al limitar el número de juguetes que compran, las familias reducen su huella ecológica. Menos consumo significa menos fabricación. Y, en consecuencia, menos recursos naturales utilizados y menos residuos producidos. Todo ello reduce los residuos y fomenta un consumo sostenible y responsable.
En nuestra opinión, no hay desventajas para el desarrollo psicomotor de los niños. Sin embargo, es importante no limitar el número de juguetes para que el niño no se aburra. Con menos juguetes a su disposición, podrían carecer de variedad en sus actividades. Y sentirse excluido o diferente. Por eso es importante encontrar un equilibrio entre poco y demasiado. Y sobre todo recordar que la calidad va antes que la cantidad.
En cuanto a los padres, podrían sentirse culpables de no hacerlo bien, de no hacer lo suficiente por la educación de sus hijos. Y de ser estigmatizados como malos padres, de tener que explicar constantemente las razones de sus elecciones y sus convicciones personales.
Sobre todo en las ocasiones especiales antes descritas. Cuando esto no sea posible, asegúrese de que la familia y los amigos están bien informados sobre las preferencias y necesidades de juego del niño. Cuando se compre un juguete nuevo, regálalo, véndelo, cámbialo o tira un modelo que no se utilice mucho o nada, para mantener constante el número de juguetes.
Juguetes de calidad, intemporales, que pasen de generación en generación. Los juguetes de madera, los puzles, los juegos de construcción para bebés y los juegos de mesa son excelentes ejemplos.
Esto significa dejar sólo algunos de los juguetes a disposición del niño en un momento dado. Luego, intercámbielos con regularidad para que el número de juguetes sea más o menos el mismo. En la misma línea, clasificar periódicamente los juegos existentes, conservando sólo los más apreciados y utilizados por el bebé o el niño. Organiza intercambios con otras familias. Esto permite a los niños descubrir nuevos juguetes y, al mismo tiempo, dar una segunda vida a los que ya no utilizan. Donar, vender o tirar otros juguetes.
Siempre que sea posible, cree una zona de juegos exclusiva en lugar de desperdigar los juguetes por toda la casa. Esto permite a los niños concentrarse mejor en el juego y también facilita el orden.
Por ejemplo, utilizando objetos de juego cotidianos para crear actividades. También hay muchos recursos, vídeos, tutoriales y podcasts disponibles en Internet para quienes quieran adoptar un enfoque minimalista de los juguetes.
Esto debe hacerse con la mayor frecuencia posible. Por ejemplo, actividades familiares, salidas al aire libre (parques temáticos, cine), viajes o fines de semana fuera de casa. Hacer un regalo de este tipo es una experiencia más enriquecedora que dejará recuerdos más inolvidables y duraderos. En nuestra opinión, ¡es preferible la experiencia a la abundancia!
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