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¿Por qué son más caros los juguetes fabricados en Francia?

¿Por qué son más caros los juguetes fabricados en Francia?

Los juguetes fabricados en Francia suelen ser más caros de producir que los del otro lado del mundo. Ya sean juegos de aprendizaje temprano, educativos o creativos, de motricidad, puzles, muñecas, figuritas o peluches para bebés. En consecuencia, es bastante difícil que una marca de juguetes venda sus modelos a precios bajos. Sin embargo, hay una serie de argumentos que relativizan su mayor coste. Hablamos del precio de los juguetes fabricados en Francia.

 

1. Los juegos y juguetes fabricados en Francia son más caros de producir

El coste de la mano de obra

En primer lugar, el coste de la mano de obra francesa es mucho más elevado que en muchos otros países. Los salarios mensuales, por ejemplo, pueden ser de diez a quince veces más altos en Francia. Esta es una de las principales razones por las que muchos fabricantes franceses se deslocalizan a países de bajo coste. En particular, los que fabrican juguetes de plástico. En cambio, los juguetes de madera hechos a mano tienen más probabilidades de fabricarse en Francia.

Impuestos para las empresas

Francia es uno de los países con impuestos y tasas empresariales más elevados. A ello se añade el hecho de que la legislación laboral, las normas de seguridad y calidad y las obligaciones reglamentarias y medioambientales son también más estrictas que en otros lugares. Por eso, los juguetes infantiles Made in France suelen ser más caros. Lo mismo ocurre con la ropa infantil, los muebles y muchos otros productos que compran los consumidores.

El coste de las materias primas francesas

Las materias primas francesas son más caras y menos accesibles. En consecuencia, los juguetes y juegos serán más caros para los padres. Este es también el caso de todos los balancines de madera, correpasillos de Chou du Volant.

La desaparición de subcontratistas

Por último, muchos subcontratistas y proveedores franceses han desaparecido. Algunos conocimientos técnicos, actividades y competencias son prácticamente inexistentes, si es que existen. Todos estos factores contribuyen a encarecer la fabricación en Francia. Y, en consecuencia, los productos se venden a menudo a un precio más elevado que los procedentes del extranjero. Al final, sólo el 10% de los juguetes y juegos vendidos en Francia se fabrican en Francia.

une moto a bascule en bois design de couleur bleu

Moto balancin

219 euros

2. El elevado coste de los juguetes fabricados en Francia debe relativizarse

El mercado francés del juguete crea puestos de trabajo

En primer lugar, el mercado francés del juguete crea puestos de trabajo que generan ingresos e impuestos que se quedan en Francia. Esta riqueza puede utilizarse para construir y renovar infraestructuras que beneficiarán a toda la comunidad. Fabricar localmente, en un cortocircuito, significa obviamente reducir la tasa de desempleo y su coste para el conjunto de la comunidad. En definitiva, contribuye a mejorar nuestra calidad de vida y a reforzar nuestro modelo social. También desempeña un papel beneficioso en la cohesión social y la seguridad dentro de nuestra sociedad.

Los juguetes franceses cumplen

La normativa sobre juguetes es muy restrictiva para los fabricantes. Por eso, la inmensa mayoría de los productos franceses cumplen la normativa. Tienen que cumplir requisitos muy estrictos de salud y seguridad para los niños antes de poder comercializarse. Desgraciadamente, no siempre ocurre lo mismo con los productos fabricados en el otro extremo del mundo. También es probable que en esos países se utilicen materias primas prohibidas en Europa.

una niña montada en una moto de madera

El efecto beneficioso para el planeta

Un juguete fabricado y comercializado en nuestro suelo tiene menos impacto en el medio ambiente que uno procedente del extranjero. Esto se debe a varias razones. Recorre menos kilómetros antes de llegar a manos de los niños. Se reducen las emisiones de dióxido de carbono. Las estrictas obligaciones medioambientales que deben cumplir las empresas francesas también contribuyen a reducir los efectos de la contaminación. Por desgracia, no siempre es así en los países en desarrollo. Periódicamente se denuncian casos de residuos tóxicos que contaminan el suelo, el aire y los cursos de agua.

Es urgente cambiar nuestra forma de vivir, producir, cultivar y consumir. La aceleración del calentamiento global y sus efectos nocivos son ya claramente visibles en muchas partes del mundo. Comprar juegos franceses para los más pequeños es también un gesto ecológico.

Más duraderos

La alta calidad de los productos fabricados en Francia contribuye a hacerlos más duraderos. Y a reducir su coste. De hecho, más allá del precio de compra pagado en las tiendas, también vale la pena pensar en el coste de uso. Un juguete comprado por 200 euros con garantía de uso durante cuatro años cuesta menos que uno comprado por 100 euros que sólo se utiliza durante un año (50 euros al año frente a 100 euros al año). Comprar juguetes de calidad, divertidos y duraderos se amortiza con los años. Por no hablar de una satisfacción del cliente mucho mayor.

Con demasiada frecuencia, nos centramos en la cifra que pagamos. En detrimento de saber si el objeto se utilizará a menudo y durante mucho tiempo. Y si se transmitirá dentro de la familia, o incluso más allá. A esto se añade el hecho de que el aumento del número de objetos producidos agota los recursos naturales y es una fuente de contaminación.

Beneficios sociales

Comprar un producto o un juguete fabricado en Francia tiene beneficios sociales, societales, éticos, sanitarios y medioambientales. No siempre ocurre lo mismo con un producto fabricado en el extranjero. Estos efectos beneficiosos no siempre son inmediatamente visibles. Hoy en día, muchas marcas nuevas se están pasando a la fabricación francesa. Como Le Slip Français y 1083, por ejemplo. Es importante apoyarlas a ellas y a la industria francesa.

Comprar un puzzle, un libro, muñecas o peluches fabricados en Francia es más que nunca un acto cívico. Es una acción que puede cambiar el mundo. Cada consumidor puede aportar su granito de arena. No comprando determinados artículos o comprando otros. Cada uno de nosotros puede obligar a las marcas comerciales a cambiar sus prácticas.

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